¿Han
visto lo último en ingeniería para limpiar lagos? Es una maravilla
que cumple lo que promete arrastrando sin dificultades toda la
porquería que se acumula en el agua. Con gran maestría y como si de
un truco se tratara, el artilugio es capaz de arrastrar latas,
envases, papelitos y demás basura hasta su interior, permitiendo que
el agua luzca libre y pulcra de nuevo. En cuanto vi la efectividad
del aparato automáticamente soñé con uno igual pero aplicable a la
industria de la música. Estaría bien pasar una máquina infalible
por algunos emplazamientos y desechar todo cuanto opaca el mercado
discográfico. Y no, no me refiero a los cantantes (mejores o peores)
que saturan las listas, sino a quienes los sitúan en ellas con
independencia o no de saber lo que se traen entre manos.
He
pisado estudios de grabación durante muchos años. Todos distintos y
con diversos productores. Para no alargar el discurso solo diré que
nunca me he sentido en conexión absoluta con ninguno, quizá porque
soy una esquizofrénica que no sabe lo que quiere (no es una forma de
hablar, uno de tantos con los que trabajé me dijo esas palabras).
Tener una idea muy clara de cómo quieres que suene un trabajo al
parecer te convierte de inmediato en una desequilibrada mental. Pero
bueno, anécdotas aparte, me pareció interesante compartir mi
experiencia a la hora de grabar discos, ya que muchos inocentes
tienen, al igual que yo tenía, la necesidad de compartir con los
demás parte de sí mismos a través de su arte. Hasta ahí todo
bien, pero ¿les apoyará alguien en ese recorrido?
Si
no cuentan con un aporte (tanto económico como anímico) pueden
llegar a perder la razón con un proyecto discográfico. No recuerdo
mayor estrés en mi vida que cuando comencé a grabar. Tenía muchas
expectativas con mi álbum, mas no tuve demasiada suerte a pesar de
trabajar como una esclava para tomar impulso. De entrada hubo grandes
conflictos para entenderme con el equipo con el que trabajé, ya que
partimos con la idea de hacer soul y tardé bastante en hallar un
sonido que se pareciera remotamente. Al final aquel proyecto se quedó
a medio camino, por lo que no formaba parte ni de un estilo comercial
ni tampoco de uno purista.
¿Alguna
vez les ha pasado que ustedes están absolutamente convencidos de una
cosa y sin embargo otros intentan hacerles cambiar de opinión? Viví
contrariada con eso mucho tiempo. Es decir, en todo momento quise
manejar el barco en el que navegaba, pero siempre había alguien que
me decía:- Vamos a probar de esta manera Saray, hazme caso, tengo
mucha experiencia sobre mi espalda.- Y aun a sabiendas de que
naufragaría, acepté por no ser arrogante, por no imponer mi
criterio y errar únicamente por mi culpa. Ahora cargo no solo con el
hecho de haber sucumbido a las peticiones de otros, sino que encima
me equivoqué al hacerlo. Con el paso de los años descubrí que es
muy importante tomar tus propias decisiones, que siempre existirá el
riesgo de cometer un fallo, pero al menos será tuyo y no de otro.
Total
que trabajé mucho para nada. No era un concepto nuevo para mí, pero
honestamente en aquella ocasión esperaba algo más. Y lejos de
obtener los resultados esperados hallé un silencio tan mortal como
desesperante. Nadie quiso apostar por mi trabajo, y partiendo del
hecho de que ni yo misma creía en él, ¿qué esperaba?

Aquello
me preocupó. Por un lado pensaba que no estaba a la altura de las
exigencias de esas compañías en cuestión, y por otro, mi ego me
gritaba que también me lo merecía. Aun así, aun viendo el
destino que sufriría tras lanzarme al vacío, me arrojé sin
contemplaciones por el precipicio que prometía una estrepitosa
caída. No me culpo por ello, porque al fin y al cabo haber tragado
tanta materia en descomposición no podía ser en vano, así que
aposté por mí y arrastré conmigo a mucha gente a la que quiero en
aquella mala decisión.
Luego
llegó el ocaso, el triste paseo a lomos de un caballo negro y
angustiado que me llevaba siempre al mismo sitio por más que me
esforzara en evitarlo. Pasaban los días y las noches y mi parte más
viva se marchitaba lenta e inexorablemente. Fueron tiempos difíciles,
no voy a adornarlo con palabras positivas o a decir que valió la
pena porque me hizo más fuerte. Otra cosa es que lamente haber
perdido casi un año de mi vida en autodespreciarme de aquella manera
en la que fue sin duda la peor de mis convivencias. Afrontar el hecho
de que pasase lo que pasase y llorase lo que llorase nunca me
acercaría a mis propósitos, fue asumir una enorme pérdida. Y como
en cada muerte, hubo un funeral. Me vestí de luto una época y
aguanté el chaparrón aceptando lo que la otra vida me tuviera
deparado. Y así lo hice. Me dediqué a lo único que sabía hacer
pero esta vez sin mayores aspiraciones ni exigencias. Sobreviví y
aunque la cicatriz es bien grande, la herida no volvió a sangrar, al menos tan
profusamente.

Por si te sirve de consuelo, yo tengo un disco pudriendose de asco y por no tener no tiene ni carátula.
ResponderEliminarY lo que más me jode es que en ese disco hay mucho talento de dos grandes compañeros. Ya me entiendes.
Es un discazo, amigo. A mí me encanta. He tenido la suerte de escucharlo. Tú sigue cantando que los que formamos parte de tu público te disfrutamos! Muchos besos
EliminarEspero que la maquinita de marras tenga un buen depósito y un filtro que aguante tanta mierda...
ResponderEliminarTienes razón, si te equivocas qué menos qué lo hagas tú!¡
Jajajajaja... La maquinita esa sería un buen armatoste, seguro... ;)Muac
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